TEA: MODIFICACIÓN DE CONDUCTA ÚNICA A-B, UNA INTERVENCIÓN EQUIVOCADA
Manuel Ojea
En relación a las personas con TEA, deben diferenciarse claramente los comportamientos estereotipados y restringidos, los cuales pueden formar parte intrínseca de los criterios del diagnóstico del TEA (APA, 2013), de las alteraciones de conducta, en cuanto constituyen reacciones negativas o alteraciones comportamentales severas ante las exigencias del medio contextual.
En los supuestos de alteraciones conductuales ante el contexto, las intervenciones basadas en los procesos usuales de modificación de conducta A-B, en cualquiera de sus modalidades, no son eficaces, debido a que la relación acción- reacción, sencillamente, no es comprendida y cualquier ligero cambio posterior puede provocar la misma reacción negativa objetivo de la modificación anterior.
Esto es debido a que la causa fundamental de estas alteraciones en las personas con TEA se sitúa en la estrecha asociación existente entre el neurotransmisor L-glutamato con su opuesto, el neurotransmisor GABA, en cuya relación, el L- glutamato puede equilibrar o desequilibrar los efectos del GABA, cuyo desequilibrio afecta de manera importante a la interrelación entre las redes neuronales, que son las que facilitan las conexiones sinápticas entre la información y, por tanto, la significatividad y la coprensividad aportada a las situaciones.
Por este motivo, las intervenciones conductuales han de fundamentarse en la búsqueda de estos equilibrios funcionales, basados en aprendizajes relacionales comprensivos contextos- respuestas- consecuentes, que ayuden a mejorar dichas conductas.